Las estaciones del año son el factor clave para la calidad de nuestros vinos, que, a la vez, transforman el paisaje a través de los meses.
Empezando por la primavera, con los primeros brotes, siguiendo por el calor del verano que madura nuestra fruta y el otoño, la estación clave y estrella del mundo vitivinícola. Finalizaremos con el invierno, etapa de calma y preparación para el nuevo ciclo.
INVIERNO: CALMA Y REPOSO
Tras el frenético otoño, llega el invierno, con la calma y el reposo de los campos, imprescindible para el ciclo de la vid. En este periodo, se realizan tareas clave para preparar el campo, como es la poda, que se realiza con mucho cuidado y a mano para que cada cepa tenga las yemas que permiten desde el Consejo Regulador de la DOCa Rioja.
En este tiempo también podremos hacer labores de mantenimiento si fueran necesarias mientras reflexionamos sobre la cosecha pasada, analizamos resultados y pensamos en este nuevo ciclo que a partir de ahora comienza.
¡Vamos allá!
PRIMAVERA: EL RENACER
Con la llegada de la primavera, los viñedos renacen después de la calma invernal para empezar el nuevo ciclo. Empiezan a subir las temperaturas gradualmente y el lloro de las cepas anuncia la brotación que terminará convirtiéndose en las nuevas hojas de este ciclo.
En esta etapa se llevan a cabo labores imprescindibles como la espergura, que eliminando parte de la vegetación de la cepa, nos asegura un mucho mejor potencial de crecimiento.
Esta etapa es clave para el volumen y calidad de la futura cosecha.
VERANO: VIDA Y COLOR
El verano llega con un incremento de las temperaturas. Esto hará que las vides estén en uno de los momentos más mágicos del año, el envero, el proceso por el cual las uvas comienzan a cambiar su color hasta su tonalidad final. Durante esta fase las uvas también van adquiriendo un sabor más dulce y todos estos indicadores se observarán con detenimiento ya que de aquí en adelante cada decisión influye en el vino que finalmente obtengamos tras la cosecha.
Durante el verano, en la viña se sigue trabajando, se lleva a cabo el aclareo de racimos, que nos permite eliminar parte de la producción para que nuestra cosecha se ajuste al rendimiento y se pueda adquirir la mejor calidad posible. También tendremos que trabajar mano a mano con la climatología, para que en esta etapa clave, podamos garantizar que nuestras uvas transmitan lo mejor de nuestra tierra y nuestro trabajo.
OTOÑO: ETAPA DORADA
El paisaje se torna en tonos rojos y dorados a medida que entramos en otoño, el fin del ciclo, donde podremos recoger el fruto del esfuerzo y el trabajo durante todo el año que se verá representado en la calidad y el alma de nuestros futuros vinos.
Llega la vendimia, se realizan muestras semanales y se decide cuándo será el momento óptimo para la cosecha, donde nuestros frutos habrán alcanzado un equilibrio perfecto entre azúcar, acidez y compuestos fenólicos.
Finalmente, es etapa de revisión, de dejar todo en óptimas condiciones en este ciclo que termina y en el nuevo que comienza a partir de ahora.
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