Aprende a identificar y entender los aromas del vino, desde los más frutales hasta los más complejos. Una guía esencial para mejorar tu experiencia en la cata de vinos.

Cuando piensas en vino, seguramente lo primero que te viene a la mente es su sabor. Pero lo que muchos no saben es que el aroma del vino es tan importante —o incluso más— que su gusto. De hecho, nuestro olfato es responsable de hasta el 80% de lo que percibimos al probar un vino. Conocer los distintos tipos de aromas no solo enriquece la experiencia, sino que también revela mucho sobre el origen, el tipo de uva y la forma en que fue elaborado el vino.

¿Qué son los aromas del vino?

Los aromas del vino son compuestos volátiles que se liberan cuando lo servimos en una copa y que se perciben a través del olfato. Estos aromas se clasifican en tres grandes grupos: primarios, secundarios y terciarios. Cada uno de ellos cuenta una parte diferente de la historia del vino.

Aromas primarios: el alma de la uva

Son los que provienen directamente de la variedad de uva y su terroir (clima, suelo y altitud). Suelen estar presentes en vinos jóvenes y se reconocen fácilmente. Entre los más comunes encontramos:

• • Frutas: manzana, pera, cítricos, frutos rojos o tropicales.
  • Flores: rosa, violeta, jazmín.
  • Hierbas: menta, heno, eucalipto.

Por ejemplo, una Viura joven suele presentar aromas frescos de manzana verde, limón y flores blancas como el jazmín. En cambio, un Tempranillo tinto puede recordar a fresa, cereza madura y un toque sutil de violeta o ciruela, especialmente cuando proviene de zonas más cálidas.

Aromas secundarios: la huella de la fermentación

Estos aromas aparecen durante el proceso de fermentación alcohólica o maloláctica. Aquí es donde se forman compuestos que pueden aportar notas como:

• • Levadura, pan tostado
  • Queso, yogur
  • Mantequilla o crema

Un vino blanco fermentado en barrica puede desarrollar un marcado aroma a mantequilla o pan brioche, resultado de una fermentación más compleja.

Aromas terciarios: el paso del tiempo

Los aromas terciarios surgen durante la crianza en barrica , y suelen ser más complejos y profundos. Reflejan la evolución del vino y aportan carácter.

• • Aromas del roble americano:
    Destacan por sus notas exóticas y aromas intensos, como coco, vainilla, caramelo y toffee. Además, pueden presentar aromas más potentes como café, humo, tabaco y cacao, y aromas dulces que recuerdan al caramelo y al toffee, que aportan una sensación cálida y envolvente.
  • Aromas del roble francés:
    Suelen ser más delicados y sutiles, con notas de vainilla, miel, frutos secos y especias dulces. También aportan aromas balsámicos como el pino y la resina, además de una agradable complejidad especiada con matices de canela, clavo, pimienta negra y anís.

Además, en ambos tipos de roble es común encontrar aromas de humo, madera envejecida y tierra húmeda, que aportan profundidad y complejidad al vino.

Estos aromas terciarios son la esencia del carácter de un Rioja y marcan la diferencia frente a vinos jóvenes o sin crianza.

¿Cómo se huelen los aromas del vino?

La clave está en agitar suavemente la copa para liberar los compuestos aromáticos y luego inhalar por la nariz con calma. No se trata solo de oler, sino de identificar notas específicas y clasificarlas mentalmente.

Un consejo práctico es usar una rueda de aromas del vino, una herramienta visual que agrupa los aromas por familias (frutas, flores, especias, etc.). Esto te ayudará a entrenar tu olfato y a ponerle nombre a lo que percibes.

¿Por qué es importante reconocer los aromas?

Los aromas no solo enriquecen la experiencia sensorial, también son pistas clave sobre la calidad, la edad y la tipicidad del vino. Por ejemplo, un vino con aromas intensos y equilibrados suele ser de mejor calidad. En cambio, si percibes olores a vinagre o cartón mojado, podría estar defectuoso.

Además, conocer los aromas te permitirá maridar mejor el vino con la comida, eligiendo combinaciones más armoniosas.

Conclusión

Dominar el arte de oler el vino no es solo para expertos. Cualquier aficionado puede aprender a reconocer y disfrutar de los aromas del vino con práctica y curiosidad. Así que la próxima vez que sirvas una copa, tómate un momento para cerrar los ojos, inspirar profundamente y dejarte llevar por sus matices. Porque cada aroma cuenta una historia… y tú estás a punto de descifrarla.

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